Una lectura entre Vinciane Despret y Donna Haraway
En un momento en el que repensar nuestra relación con el planeta se ha vuelto urgente, las pensadoras Vinciane Despret y Donna Haraway nos invitan a hacer el ejercicio de mirar el mundo más allá de lo humano. Repensar nuestra relación con los seres no humanos se ha vuelto una urgencia ética y política. En sus textos ambas autoras ponen en crisis el antropocentrismo que busca dominar la naturaleza y cuestionan la mirada dominante de la ciencia tradicional. Coinciden en la necesidad de descentrar al ser humano y aprender a habitar el mundo en compañía, desde la curiosidad, la escucha y el cuidado y defienden el derecho a fabular, observar y aprender con otros seres. Pensar con los otros seres es dejarse tocar por lo que no entendemos del todo, por lo que vibra más allá del lenguaje.
‘Habitar como un pájaro’, de Vinciane Despret
En Habitar como un pájaro, Despret nos propone mirar el territorio no como propiedad, sino como espacio relacional, afectivo y simbólico. A través del canto, la elección del nido, o la negociación con otras especies, los pájaros muestran que habitar es crear significados compartidos, y no solo sobrevivir. Este gesto etológico se convierte en una propuesta filosófica: los animales no son objetos de estudio, sino interlocutores con quienes construir otras formas de vida.
Haraway: Seguir con el problema
Por su parte, Haraway en Seguir con el problema y Cuando las especies se encuentran, despliega una ética de la cohabitación radical. Propone que el futuro no pasa por soluciones tecnológicas o ideas redentoras, sino por quedarse con los problemas, cultivar relaciones duraderas, y aprender de los cuidados cotidianos que sostienen la vida. En su visión, los vínculos interespecies no son anécdotas, sino formas concretas de pensar una política regenerativa y multiespecie.
Ni Despret ni Haraway vienen a darnos respuestas fáciles. Leerlas en paralelo permite construir una genealogía crítica dentro del pensamiento más–que–humano y los estudios de la ciencia, el territorio y la cohabitación interespecie. Ambas autoras nos invitan a reconfigurar las formas en que producimos conocimiento, comprendemos la agencia no humana y participamos de mundos comunes. Lejos de imponer respuestas definitivas, su pensamiento abre el camino hacia epistemologías situadas, prácticas de cuidado y nuevas formas de entender lo político en tiempos de crisis ecosocial. Tal vez, al final, se trate de eso: de aprender a descentrarnos, a vivir más despacio, a escuchar lo que nos rodea sin necesidad de explicarlo en términos absolutos. Pensar con otras especies, como proponen Despret y Haraway, es también imaginar futuros menos solitarios, más enredados y atentos.